A la hora de proyectar la iluminación de nuestras viviendas es importante tener en cuenta dos factores, el tono de luz y la cantidad de iluminación asociada al mismo. Tonos cálidos deberían ir asociados a bajos niveles de luz, una puesta de sol tiene un bajo nivel de luz en unas tonalidades claramente marcadas por los rojos cálidos y es un ejemplo maravilloso de una preciosa iluminación. Sin embargo, tonos de luz más fríos han de ir asociados a grandes cantidades de iluminación, en un día soleado de playa con una cantidad de iluminación enorme, tenemos una temperatura de color en torno a los 6500º K, es decir un tono mucho más frío del que solemos considerar habitualmente como frío, y está también sería una iluminación maravillosa.
En este sentido sería conveniente apuntar que el color de la luz se mide en (ºK) grados kelvin, es lo que llamamos la temperatura del color.
Se divide en tres categorías:
- Cálidas, son las amarillentas y van por debajo de los 3.300 ºK.
- Frías que son tonalidades blancas y van entre los 5.000 y los 6.500 ºK.
- Entre medias estarían las tonalidades neutrales o intermedias entre 3.500 y 4.100 ºK.
Las fuentes de luz cálida tienden a relajar y hacernos sentir a gusto, mientras que las fuentes de luz fría tienden a estimularnos. Siempre asociado a la cantidad de luz que comentábamos anteriormente.
Las lámparas o focos led consumen aproximadamente un 80% menos de energía eléctrica con un foco común. El flujo de la luz en las lámparas led permite dirigirla al área que se desee sin perder energía en haces de luz que van en otras direcciones (como es el caso de los focos comunes) incrementando así la uniformidad lumínica y reduciendo la pérdida de iluminación entre fuentes de luz. Con esto se optimiza el uso de la luz emitida y se reduce el consumo de energía y la contaminación.